La otitis externa es una enfermedad que puede afectar a cualquier edad, es más frecuente en niños menores de 7 años. Se trata de una patología muy dolorosa, que puede producir pitido agudo en el oído, picor, irritación, supuración, sensación de taponamiento y, en algunas ocasiones, aparece acompañada de algo de fiebre y malestar general. Por ello, acudir al especialista ante cualquier síntoma o molestia es fundamental para evitar el desarrollo de un problema mayor.
Se produce por una infección del epitelio que recubre el conducto auditivo externo, es más frecuente durante los meses de verano debido a los baños prolongados en la piscina o en el mar. Prolongar las horas en el mar o en la piscina, propicia que la piel del conducto auditivo externo esté en contacto con el agua durante mucho tiempo, lo que llega a macerarla.
Según Bartolomé Scola Yurrita, director de la Unidad de la Voz y Otorrinolaringología de Vithas Internacional, el exceso de limpieza del oído, así como su manipulación con bastoncillos u otros instrumentos, pueden favorecer también la aparición de esta infección. Esto se debe a que el epitelio pierde su integridad, principal factor de protección frente a la infección, junto a un pH ácido y el poder bacteriostático y bactericida del cerumen.
Existen una serie de medidas que ayudan a prevenir la otitis externa durante el verano, como puede ser mantener los oídos secos y limpios tras cada baño (secando la parte externa del oído y la entrada del conducto, sin ningún otro tipo de manipulación interior). Otra recomendación por parte de los especialistas es asegurarse que el agua de la piscina o playa está limpia, ya que bañarse en aguas contaminadas puede causar infecciones auditivas. También se pueden utilizar protectores, como tapones, que sellan el oído, o acudir al otorrinolaringólogo para realizar una adecuada limpieza del oído en caso de predisposición a formar tapones de cera.