La telomerasa fue descubierta por Elizabeth Blackburn, es una enzima con la capacidad de alargar la vida indefinidamente, está dentro del propio organismo y cuya única función es conferir vida adicional a las células alargando los extremos de los cromosomas, denominados telómeros.
En los cromosomas se guarda la información genética. Cada vez que las células se dividen, los telómeros se van acortando, hasta que llegan a un límite crítico llamado límite de Hayflick. A partir de entonces, los telómeros son tan cortos que los cromosomas pueden volverse inestables, y existe más probabilidad de daño en el ADN (errores y mutaciones genéticas). Lo que se traduce en enfermedades y envejecimiento.
Desde el descubrimiento de la telomerasa en 1990, se ha comprobado que los telómeros cortos están relacionados con el envejecimiento prematuro y con una mayor incidencia y mortalidad por cáncer. Además, se relaciona con un sistema inmune debilitado, diabetes tipo 2, niveles elevados de colesterol en sangre, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, densidad ósea baja, demencia e incluso infertilidad.
La actividad telomerasa es capaz de alargar los telómeros, pero se desactiva al nacer, por lo que, a partir de entonces, estamos irremediablemente condenados a envejecer y, en última instancia a morir.
Durante los últimos años, los estudios de la telomerasa han conseguido descubrir muchos aspectos sobre cómo funciona el envejecimiento y su relación con el cáncer. Las células tumorales son capaces de activar la acción de la telomerasa para convertirse en inmortales este hallazgo supuso un avance muy prometedor en el desarrollo de terapias anti envejecimiento e, incluso, anti cáncer.
Hasta el momento, la humana más longeva ha sido la francesa Jeanne Calment, fallecida a los 122 años de edad. Pero este parece ser sólo el comienzo de una generación de humanos mucho más longevos. La esperanza de vida aumenta 2 años por cada década, ya hay en el mundo más de 500.000 personas mayores de 100 años. Probablemente, muchas personas de la población actual lleguen a alcanzar los 120 años de edad.
El futuro de la medicina, cada vez más personalizada, se dirige a retrasar y prevenir todas las enfermedades, lo que implica vivir más tiempo. Por el momento, se recomienda evitar los daños que sabemos que acortan significativamente los telómeros (la mala alimentación, el estrés, el sedentarismo, el alcohol o el tabaco), puesto que hasta un 80% de los factores que intervienen en el envejecimiento son modificables.